Visibilizar lo invisible: La historia del leonés Manuel Jesús del Riego
El Día Mundial del Ictus, cuyo lema se centra este año en ‘Lo que se ve y lo que no’, pone el acento en las “secuelas ocultas” de los accidentes cerebrovasculares.
Manuel Jesús del Riego (Veguellina del Órbigo, 1962) puede tocar la dulzaina pero, en sus propias palabras, no la puede “hacer sonar”. Él es uno de los 116 afectados atendidos en el Servicio de Rehabilitación del Hospital San Juan de Dios de León.
Manuel Jesús del Riego (Veguellina del Órbigo, 1962) puede tocar la dulzaina pero, en sus propias palabras, no la puede “hacer sonar”. El ictus que el 16 de mayo de 2022 interrumpió de manera repentina el flujo sanguíneo en una parte de su cerebro aún no se lo permite. Pero todo se andará. La agrupación cultural Surcos del Órbigo le espera. “Lo peor que llevo es esta sensación de adormecimiento en el brazo y la pierna”, explica un hombre que, a pesar de confesar que “el miedo a que se repita siempre acompaña”, nunca ha perdido el ánimo ni la esperanza.
“Iba de copiloto y se me paralizó el lado izquierdo del cuerpo sin perder en ningún momento la conciencia”, explica. Afortunadamente, la inmediata reacción de su compañero de trabajo, que le llevó al Centro de Especialidades de Astorga, fue clave. “Desde allí me trasladaron al Complejo Asistencial Universitario de León (CAULE)”, según señala.
“Con las sesiones de Rehabilitación he recuperado mucha sensibilidad”, asegura Manuel Jesús que, con una sonrisa en la cara, avanza lento, pero seguro y muy consciente de que “el éxito depende en gran medida del esfuerzo”. “Aquí me encuentro como en mi casa”, precisa en relación a un servicio del Hospital San Juan de Dios de León en el que trabajan nueve fisioterapeutas y dos médicos rehabilitadores. El suyo, el doctor José Antonio Alcoba, pone el acento en las “secuelas ocultas” de los accidentes cerebrovasculares, aquellas que no se ven a simple vista y suponen un gran desgaste físico, mental y emocional para los pacientes.
En el marco del Día Mundial del Ictus, que se celebra este domingo 29 de octubre bajo el lema ‘La realidad del ictus. Lo que se ve y lo que no’, recuerda que “en un 80 por ciento de los casos se produce por la presencia de un tapón o coágulo”. En este sentido, incide en los daños causados según la parte del cerebro afectada.
Afasia vs agnosia
“Cuando afecta al hemisferio dominante (izquierdo) las alteraciones cognitivas pasan por la afasia, que es un trastorno del lenguaje que hace que se dificulte leer, escribir y expresar lo que se quiere decir. Sin embargo, si hablamos del hemisferio no dominante (derecho) aparecen los trastornos de la percepción”, indica en relación a la hemiasomatognosia, “una entidad en la que el paciente no reconoce la mitad de su cuerpo como suyo”; y a la anosognosia, la falta de consciencia de los déficits adquiridos. Algo que, en palabras del experto, puede alterar notablemente el proceso de recuperación del paciente.
Quienes sufren un ictus, cerca de 120.000 personas cada año en España, tienen que aprender a vivir con él, buscar estrategias para manejarse mejor en su día a día. No obstante, el doctor Alcoba precisa que “la depresión puede llegar a afectar a un 40 por ciento por la disminución de la liberación de neurotransmisores inicialmente, y por la situación de aislamiento social posteriormente” sin olvidar los problemas de memoria y/o de orientación, “al lesionarse el hipotálamo”, así como la pérdida de la capacidad de reacción y unos trastornos emocionales y conductuales relacionados con el lóbulo central. Esto requiere un trabajo de rehabilitación para “conseguir que estas personas puedan volver a tener una vida plena".
Ante un accidente cerebrovascular, cada segundo cuenta: “El tiempo es cerebro”. Una intervención temprana es fundamental para mejorar el pronóstico de unos pacientes que, en dos terceras partes de los casos, presentan secuelas. De ahí la importancia de reconocer sus síntomas y, en caso de sospecha, llamar de inmediato al 1-1-2 que, tras una serie de preguntas, activará el Código Ictus y dará al caso una prioridad total. Y es que por cada minuto que el cerebro está en una situación de falta de riego sanguíneo mueren dos millones de neuronas.
Señales de alarma
Las señales de alarma que alertan de un posible episodio son debilidad repentina o adormecimiento de la cara, el brazo o la pierna, especialmente de un solo lado del cuerpo; confusión súbita, alteración del habla o del entendimiento; problemas repentinos en la vista en uno o ambos ojos; dificultad repentina para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o de la coordinación; y dolor de cabeza muy fuerte sin causa aparente.
“Aquí tratamos de compensar los déficits motores incidiendo en el equilibrio en bipedestación y el reaprendizaje del patrón de la marcha”, pone de relieve el responsable de un servicio de Rehabilitación que entre enero y septiembre de 2023 ha atendido a 116 afectados por un accidente cerebrovascular derivados del Complejo Asistencial Universitario de León (CAULE) que han permanecido en el centro una media de 30,59 días. Y es que la incidencia de esta enfermedad va en aumento, en paralelo al envejecimiento de la población y a unos hábitos de vida manifiestamente mejorables, según constata la Sociedad Española de Neurología (SEN).
“Es una enfermedad que no solo afecta a personas mayores, sino a gente en edad de trabajar. Los entre los jóvenes han crecido un 25% en las últimas dos décadas”, precisa al hablar de un ictus que, tras el infarto de miocardio, es la segunda causa de mortalidad en España, la primera en el caso de las mujeres, y también representa la primera de invalidez permanente y la segunda de demencia después del alzhéimer. No en vano, “solo este mes de octubre 21 de los 45 pacientes ingresados atendidos en este servicio tienen como diagnóstico un accidente cardiovascular”.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: Hospital San Juan de Dios de León